RUFINA GUZMÁN GUZMÁN

RUFINA GUZMÁN GUZMÁN

Socia otomí, Mujeres con Futuro

Comunidad de Piedra Blanca, San Bartolo Tutotopec, Hidalgo

MI POEMA

La lluvia que me da vida y me alegra
Como un atardecer
cada que la miro yo quisiera florecer.

MI HISTORIA

Soy trabajadora, me gusta trabajar el campo y me gusta bordar mucho. He sacado adelante a mis hijos. Creo en las costumbres de los abuelos como adorar los cerros, dar de comer a la madre tierra para que nos de maíz, frijol y café.

En mi escuela PSYDEH aprendí a gestionar apoyos, respetar a las compañeras, participar en las capacitaciones y a tener el tiempo suficiente. Actualmente trabajo el campo, elaboro bordados y cuido de mis hijos. En mi comunidad fui delegada por seis años donde solicité apoyo a viviendas, ganado, semillas y en las fiestas patronales.

Mi motivación es aprender cosas nuevas, compartirlo con las compañeras de las comunidades para que las mujeres no se queden encerradas. He aprendido como delegada y en PSYDEH como hacer una solicitud, como llenar los documentos también para ponernos de acuerdo entre nosotras consejeras y después con otras personas.

Un reto es la lejanía, dejar a los niños solitos es difícil. Pero me siento orgullosa que la gente me toma en cuenta, yo llego y les platico y no me rechazan, me apoyan.

Cuando comencé a salir a los talleres no me dejaba mi pareja. No me dejaba salir, me regañaba, de hecho me pego. Y nos separamos, fue mi niña que me dijo, “vámonos. ¿para qué estamos aquí? tú nos has sacado adelante”. Él trabajaba sólo para su borrachera y de ahí nos separamos, cada quien por su lado. Ya me quedé con mi niña que está estudiando.

Ahora yo me encargo de los gastos de mi hija. Yo me di el valor de ser delegada[1], nos pusimos de acuerdo entre mujeres para tomar ese cargo. Y se gestionó vacas y piso firme. Fue así como algunos recapacitaron y vieron todo el tiempo que se involucra uno. Igual venían unas enfermeras y les dije que dieran pláticas, tanto hombres y mujeres, para que aprendieran algo. Nos las estuvieran violentando y poco a poco cambian. Los hombres son celosos, pero nos pusimos a platicar con ellos y algunos si entendieron.

Soy líder porque he hecho varios proyectos, he apoyado a gente necesitada. Me siento capaz de seguir trabajando en mi comunidad. En el Consejo ya estamos capacitadas para hacer un proyecto sostenible de semillas, para dar capacitaciones. Por ejemplo, a mí me gustaría capacitar sobre prevenir la violencia y concientizar a los jóvenes que no sean padres a los 13 años.

Yo motivo a mi hija, para que estudie una carrera y trabaje, y tenga su propia casa. Antes yo no salía, estaba encerrada. Pero ya que salí a los talleres ya me mantengo sola. Tengo trabajo en casa con la milpa, mis animales, el bordado. La gente piensa que uno nada más está ahí sin hacer nada, pero siempre tengo trabajo.

Ser líder es trabajar en grupo, salir adelante. Me siento orgullosa porque en mi comunidad la gente me eligió como delegada seis años. Más que nada fue apoyar la gente que más lo necesitaba: solicité sus viviendas, sus pisos firmes. Para mí fue apoyar a los que más necesitaban. Mi sueño siempre era ser delegada o auxiliar paso a paso fui llegando, con trabajos pero llegué.

[1] En la actualidad en algunos municipios indígenas se ha flexibilizado la participación femenina en los cargos comunitarios principalmente por la migración de los varones, estudios como los de Rivera, Guadalupe (2006) “La negociación de las relaciones de género en el Valle del Mezquital: un acercamiento al caso de la participación comunitaria de mujeres hñähñu” explican que las mujeres indígenas han ido asumiendo cargos comunitarios; tal es el caso de San Bartolo Tutotepec que es el primer municipio de la Región Otomí-Tepehua en el que las mujeres indígenas son elegidas en asambleas comunitarias como delegadas de sus comunidades ante la migración de los hombres.